Tengo un sueño que espero cumplir con gran ilusión. La imaginación vuela, y aguardo el día en el que pueda verlo hecho realidad. Pensé que quizá debía confiarle a la luna mi gran deseo. Era una magnífica idea, pues, a través de los años, ésta ha sido la confidente de muchas personas, la inspiración de hermosos poemas y la motivación de grandes anhelos, entre éstos, pensar que algún día el hombre podría alcanzar y tocar la luna.
No puedo explicar la cantidad de ideas que se tienen sobre nuestro satélite natural, pero es verdad que la luna ha acompañado los distintos pensamientos y creencias que se le ocurren al ser humano.
Espero que llegue la noche y aparezca la hermosa luna llena para pedirle un deseo. Mientras el sol se esconde en el horizonte, pienso sobre la probabilidad de que mi sueño se cumpla.
Algunos pensarán que mi deseo es algo egoísta o ambicioso; otros, que se puede hacer realidad; pero yo creo que todos hemos tenido sueños muy lejanos y grandes alguna vez en la vida. Cuando la luna llena alumbra el hermoso cielo de México, con asombro pienso en lo pequeños que nos hemos de ver desde el universo. ¿Qué es el universo?, existen muchas preguntas como ésta e infinidad de respuestas, pues todos tenemos un concepto distinto, tanto real como ficticio, sobre la luna, el sol, las estrellas y el universo.
Contemplo la luna un instante y admiro un fenómeno, el cual aún conserva su magia; recito unas palabras: —Oh, luna, tú que alumbras el cielo nocturno de nuestras noches, que eres el farol de los enamorados y que acompañas los aullidos de los lobos del bosque, desde hace tiempo, he tenido un deseo y espero que me puedas ayudar a cumplirlo: quiero conocer el mar, tocar la suave arena de la playa, sentir la brisa sobre mi piel, correr junto a las olas y jugar.
Por un momento, creo que soy egoísta. Muchas personas desearían un lugar donde vivir, algo que comer o ir a la escuela. Aunque tengo la oportunidad de hacer todas estas cosas, deseo conocer el mar, del que tanto hablan, el que veo en televisión e imágenes.
Pienso que la luna me ha escuchado y, si éste es el único deseo que puedo pedir, confío en que algún día se cumpla. Me fui a dormir y esperé a la mañana siguiente para decirle a mis papás lo que le había manifestado a la luna.
Mamá me dijo que todas las personas decidimos en qué o en quién creer y que, si he elegido creer en la luna para cumplir este deseo, siempre que la vea en el firmamento, cada noche, podré recordar que algún día conoceré el mar.
Más que un deseo, creo que es una promesa. Ahorraré y ayudaré a mis papás y, quizá, algún día no muy lejano, tendré la oportunidad de ver la luna llena reflejada sobre la superficie del mar. Mamá concluyó diciéndome que las personas pensamos y construimos nuestros sueños y más anhelados deseos, pero también debemos hacerlos realidad.